miércoles, 10 de julio de 2013

Viajes de Alí Bey por África y Asia. (III)


 
Recordaremos que fue el 13 de octubre de 1805 cuando Alí subió en Larache a bordo de la corbeta del sultán. A mediodía del 16 atravesaba el estrecho de Gibraltar, el 28 dejaba a la izquierda la roja isla de La Galita frente a la costa tunecina, Lampedusa unos días después tras rebasar el cabo Bon y, tras una violenta tormenta que desvía la nave, las bajitas islas Kerkena. El 11 de noviembre Alí desembarca el Trípoli y es recibido por el pachá de forma muy afectuosa, aunque el hecho de que Alí no salga de casa, nos hace sospechar que está siendo vigilado. La singularidad de las casas tripolitanas está en los dos estrados situados en cada extremo de la estancia principal, de unos ciento treinta centímetros de altura con balaustrada y portezuela; sobre estos estrados se coloca el lecho de los adultos y de los niños y su parte baja sirve de armario donde guardar todas las pertenencias. Trípoli cuenta con siete mezquitas y tres sinagogas. Los judíos son infinitamente mejor tratados que en Marruecos. Los moros tienen reservadas dos cárceles y hay una tercera para los turcos. Los cristianos poseen una capilla con una pequeña campana que es servida por miembros de la Orden Tercera de Roma (la orden seglar de los franciscanos), a la que por cierto dicen que perteneció Cervantes.




Alí embarca para Alejandría el 26 de enero de 1806 a bordo de un velero turco en unión de “mis gentes y mis equipajes”, lo que significa que en Trípoli se ha hecho con un nuevo séquito, pues el anterior quedó en Larache. El capitán pierde el rumbo y el barco arriba a la isla de Sapienza, frente a la ciudad de Modona, en el Peloponeso, que por aquel entonces era turca. Alí saca una mala impresión de la ciudad hasta el punto de referirse a ella como “una morada infernal”. El dueño de la ciudad es un hombre rico y de aspecto rudo llamado Mustafá Shaux que va siempre armado con dos enormes pistolas.

De nuevo a la mar el 21 de febrero, pero la intemperancia y el gusto por el vino del capitán convierten a Alí en piloto de la nave. El 3 de marzo Alejandría está a la vista, pero justo en el momento de enfilar puerto se desencadena una furiosa tormenta que devuelve el barco a alta mar. Es difícil entrar en el puerto de Alejandría, hasta tal punto que el capitán termina fondeando en Limassol, la segunda ciudad más importante de Chipre. Era el 7 de marzo de 1806. El barco hacía aguas por todas partes, el pasaje y la tripulación tenían el aspecto de quien está a punto de expirar, turcos y griegos huyeron espantados del aspecto de la nave y sus ocupantes. Alí viaja por Chipre hacia el noreste, visita Tokhni pueblo formado por “dos colinas, habitada una de ellas por los griegos y la otra por los turcos. Entre ambas fluye un riachuelo bajo un puente de un solo arco, encima del cual se yergue la iglesia de los griegos, dedicada a santa Helena”. Se detiene después en Kornos, un pueblo de alfareros y cipreses. La ciudad de Nicosia, la capital, tiene tres puertas llamadas de Pafos, de Kyrenia y de Famagusta. A la antigua catedral de Agia Sofía los turcos le han añadido dos alminares y unas mamparas de madera en el interior a modo de quibla, para convertirla en mezquita. Alí que entre los marroquíes se hacía pasar por turco, entre los turcos simula ser marroquí.  La visita a Quitaría es decepcionante, Alí la confunde con la patria de Afrodita, Citera. Dos cosas le llaman la atención al catalán: el espeso bosque de moreras que inunda la comarca y las ruinas de un extraño palacio construido en lo alto de una gran roca, conocido como el “palacio de la Reina”. Alí imagina y pide que no se le saque del engaño. Nosotros respetaremos los “fuertes vientos” de esa voluntad.


El 23 de abril Alí parte de Limassol, toma dirección suroeste, quiere visitar la zona de Pafos. Otro intento de hallar el lugar de nacimiento de Afrodita: “Llegué a Kouklia, antiguo palacio que se yergue sobre una colina muy alta. Los habitantes estiman que este lugar era el jardín… de la reina Afrodita”. El laberinto de ruinas formado en torno a Pafos (Palea Pafos y Nea Pafos), se sucede en el interior del triángulo Ktima, Baffa y Koukia: grutas, cavernas, catacumbas, columnas de mármol gris, ciclópeas hiladas de piedra. Se mezclan los siglos: los Ptolomeos de Egipto, los procónsules romanos, el imperio Bizantino y los cruzados, todos esparcidos por el suelo.


El 12 de mayo de 1806 Alí Bey llega a Alejandría. El jeque Ibrahim Pachá sale a recibirlo. La ciudad atraviesa una época de total decadencia y lleva años sumergida en una constante lucha entre los mamelucos y el pachá turco. La Alejandría que conoció Alí Bey no duró más que unos años: en 1882 la flota inglesa someterá la ciudad a un intenso bombardeo iniciándose el protectorado británico de Egipto. Las casas de Alejandría tienen diván y aljibe. Para el transporte se utiliza en la ciudad un pequeño asno o burro de poco más de un metro de altura (más pequeño que el conocido en España como asno de las Encartaciones autóctono del País Vasco), el cual trota tan rápido como un caballo. Alí tuvo la oportunidad de contemplar la pareja de obeliscos conocidos como Las agujas de Cleopatra  situados en el extremo oriental del puerto de levante. Hoy, como es sabido, están uno en Londres y otro en Nueva York. Sí permanece el Alejandría, la famosa y espectacular Columna de Pompeyo, cuya grandiosidad Alí solo percibió cuando se halló frente a ella, pues aislada en un alto como está, el propio cuerpo del espectador es la única medida posible. La visita de Alí a los baños de Cleopatra no puede repetirse hoy por haber desaparecido.


El 30 de octubre de 1806, cinco meses y medio después de llegar a Alejandría, Alí se embarca en una yerme, embarcación descubierta y movida por vela, con la que se adentra en el Nilo. En la primera curva del río se encuentra el fuerte Julián famoso por haberse hallado en su interior la piedra Roseta, que debe su nombre a la homónima localidad situada en sus inmediaciones. Aquí, como en Alejandría, y al contrario que en Marruecos, las casas están cubiertas de ventanas que se protegen con celosías de madera. Con frecuencia el curso del Nilo exige descender de la nave y utilizar la tracción humana. Catorce alminares contó Alí al pasar por Fuwa y admiró espectaculares palomares de seis metros de altura encima de las casas en Zauia. El 10 de noviembre Alí desembarca en El Cairo. Allí se encuentra con Mulay Salama, hermano de Mulay Solimán, el sultán de Marruecos y también con el pachá Mehmet Alí que gobernaba Egipto en nombre del sultán turco y que acabó por convertirse en el fundador del Egipto moderno. En Masar, que es el nombre árabe de Egipto y de su capital, se hallan la espléndida mezquita Al Azhar con sus tres minaretes, la mezquita El Hassanein o de los dos Hassan en la que se veneran los restos de uno de los nietos de Mahoma o la del sultán mameluco Hassan ibn al Nasir, donde la sala hipóstila ha sido sustituida por bóvedas y cúpulas. Alí visita las pirámides de Guiza; no había en aquel momento histórico demasiado interés por estos templos funerarios, la piedra Rosetta acababa de ser descubierta y nadie podía imaginar que en un futuro estas piedras darían de comer a casi tres millones de personas. Naturalmente que tampoco existía la presa de Asuán por lo que era el nilómetro el encargado de marcar la futura abundancia o escasez. Desde lo alto de un monasterio griego Alí alcanza a contemplar la pirámide escalonada de Saqqara y otro copto donde se asegura que la familia de Jesús encontró asilo en su huida a Egipto.

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